El teléfono no paraba de sonar. Sin embargo el policía que se encontraba
recostado en su silla con las piernas cruzadas encima de la mesa se
negaba a cogerlo. Estaba en medio de su descanso y estaba degustando un
donut relleno de crema. Al principio había conseguido evadirse del ruido
pero las llamadas eran cada vez más insistentes. Ya había empezado a
irritarse y viendo que el teléfono paraba y volvía a sonar al momento,
desesperado, se incorporó y descolgó el auricular.
- "¡Sí, dígame!" - gritó de forma muy tajante.
-
"Ufff, por fin. Señor agente, llevo llamando toda la tarde por dios.
Estoy desesperado (comentó el bárbaro dirigido por Umrae). No para de
seguirme una acosadora, vaya a donde vaya me persigue una tipa con cara
de brutota. Por favor necesito que vengan a detenerla, estoy
desesperado.
- "No se preocupe que enseguida nos dirigimos allí para esclarecer la situación".
Y
es que así podría resumirse parte de la primera partida que jugamos
ayer. Dos héroes surgidos de la Gran Capital, Tiger y Príncipe y otros
dos de los arrabales de Montefive, Umrae y Letor.
Fuera donde fuera Umrae con su bárbaro, le
seguía la barbarina de Príncipe. En esta primera partida y contra todas
las leyes de la probabilidad, Príncipe se alzó con la victoria al
encontrar un objeto de poder y luego en los subterráneos encontrar de
forma rápida el portal que le llevara a encontrar el Gran Salón y por
consiguiente la victoria total.
Decididos a vivir nuevas aventuras, los héroes se
prepararon de nuevo y esta vez mientras el bárbaro y la barbarina de
Umrae y Príncipe y el monje lerdo de Tiger se partieron el lomo
repartiendo estopa por poblados, exteriores y subterráneos no pudieron
evitar que el paladín a la taza de Letor se sumergiera por los pasillos
oscuros del castillo en pos de su objetivo secundario: encontrar la sala
del noble y darle muerte tras acabar con sus guardias, hecho que pudo
consumar en parte gracias a un salvoconducto que le permitía moverse de
forma rápida.
Tras esta segunda partida, cabe mencionar que
estafaron al pobre monje lerdo de Tiger en una taberna, cobrándole tres
monedas de oro por permitirle volver a los subterráneos de donde acababa
de salir y no le apetecía volver. Éste juró que si volvía a encontrar
al tipo que le engañó, como castigo, le iba a hacer tragar todas y cada
una de sus monedas de oro hasta que encontrara la muerte por asfixia.
Anímadisimos que estaban los héroes, comenzaron una
tercera aventura que esta vez no pudieron acabar y en la que resultó
vencedor por ser el único que había conseguido un punto de victoria, el
lerdo monje de Tiger.
Todos los héroes se fueron a celebrarlo a la
taberna y allí rememoraron sus aventuras mientras refrescaban el gaznate
con diversos brebajes.
Tú vi continú
Aquí, los objetos de Letor:
Huida de Silver City
La tierna cheerleader de 16 años, Attilina, despertó de su
letargo entre barricadas y sangre. No podía recordar nada…Quién sabe a qué tipo
de atrocidades había sido sometida. Aguzó el oído y le pareció escuchar dos
voces masculinas discutiendo tras un muro. Se asomó y vio a un joven con pinta
de militar, pero totalmente desarmado, hablando con un rubiales con pinta de
matón.
Los dos hombretones miraron a la chica, que aguardaba
recelosa y desconfiada tras el muro, y quedaron tan prendados de su belleza que
dejaron de discutir. Se dirigieron a ella para calmarla y decidieron
protegerla. La historia de Attilina era muy triste. Había sido abandonada por
su madre, que la dio a luz con solo 16 años (la misma edad que ella tenía
ahora). Sus abuelos la habían criado lo mejor que habían podido, pero viniendo
de una familia desestructurada no había podido evitar caer en las drogas, como
ya lo hizo su madre después de tenerla. El sentimiento de abandono materno y el
desconocimiento absoluto de la identidad de su padre eran una losa demasiado
pesada para la bella Attilina.
De repente, allí en medio, sintiendo la amenaza constante de
los zombies sobre ellos, divisaron un helicóptero en lontananza, que se acercó
hasta aterrizar en el Helipuerto cercano al hospital de campaña.
Una piloto vestida de camuflaje bajó del helicóptero y se
acercó al grupo. Tendría unos 32 años pero se veía que ya venía de vuelta de
todo. Se presentó como la teniente Martichineill. Al oír ese apellido Attilina rompió
a llorar desconsoladamente. ¡Era su madre que había vuelto para protegerla!
Mirándolas bien, se parecían bastante…aunque el paso del tiempo y las vivencias
en el ejército habían causado estragos en Martichineill.
Pero ahora estaba dispuesta a proteger a su hija con su
propia vida. Sacó fuerzas de flaqueza y mató a todo zombie que se interpuso en su
camino. El helicóptero era de dos plazas por lo que tuvieron que dejar a los
dos hombretones abandonados a su suerte y desarmados, pero seguro que se las
apañarían.
Cuando les quedaban menos de 10 metros para subir al helicóptero,
sus sueños de huida se vieron truncados por una explosión que hizo saltar el
helipuerto por los aires. Pero Martichineill no se daría por vencida. Iba a
sacar a su hija de aquel infierno si o si. Se lo debía.
Las dos mujeres continuaron matando zombies para ir al encuentro
del militar Korsario y del matón venido a menos Slann. Cuando por fin
encontraron a Slann, éste les relató la muerte de Korsario, que débil y
desarmado no había podido escapar a la manada de zombies que les perseguía.
Tras un último enfrentamiento a caraperro con varios
zombies, los tres consiguieron huir por el puente para comenzar una nueva vida…pero
tras haber cruzado, Martichineill se dio cuenta, horrorizada, que había sido
infectada por los zombies.
Pero su amor de madre fue más fuerte que su nueva condición.
No podía joderle la vida de nuevo a su hija, por lo que habló con ella y con
Slann. Hizo prometer a Slann que cuidaría de Attilina, y se pegó un tiro con la
escopeta.
Attilina y Slann fueron felices y comieron perdices por
siempre jamás.
Nota: el final ha sido modificado para hacer la historia más
hollywoodiense, pero todos sabemos que Martichi fue infectada en el último
momento y huyó, por lo que es la única vencedora de la partida. Tras esto, se
echó otra partida al Alcatraz, en la que en venganza, Attila, Korsario y Mago
Slann se aliaron contra Martichi nombrándola chivo expiatorio ronda tras ronda,
pero Martichi estaba ayer con una flower in the ass y el trio calavera no
consiguió completar ningún plan de huida. Y punto.
Nota 2: La semana pasada, que el blog estuvo cerrado por vacaciones, Martichi ganó el Primer Testeo de LDdRT: El gran salón.
Nota 2: La semana pasada, que el blog estuvo cerrado por vacaciones, Martichi ganó el Primer Testeo de LDdRT: El gran salón.
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ResponderEliminarBuenas crónicas ambas. Especialmente el momento tabernero del curata con tres patas, cambiando lluvias doradas (de oro, no penséis mal) por un carrotaxi con final feliz de tragaderas monederas y Sevillanas maneras.
ResponderEliminarY el toque pandillero que le ha metío Martichi a su crónica (se nota, se siente, Pandilleros está presente). Attila tío, I'm falling in love with you and you know it (en plan Julio Iglesas) pero hijo, un poco más de criterio a la hora de elegir personaje. No quiero ni imaginarme a una quinceañera sexyporreta en plena explosión hormonal en medio de un mundo plagado de zombis.
tssssh tsssssch saca la perra...digo...tssssh tssssh a mi hija Attiliana ni la menciones que te salto a la yugular y te rajo entero darriba abajo.
ResponderEliminarYa en serio, no entiendo por qué no os gusta el personaje de animadora. Es verdad que "no le cabe na", pero lo de repetir dados es una pasada.
No le cabe na, no le cabe na, no - le - cabe naaaaaa. loooo loló loló loloooooololó
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