28 de abril de 2024.
Transcripción del diario personal
de Pachón Tomás Turbado.
“Querido diario, los sucesos que
acontecieron en el día ayer me crearon tal turbación que creo que nunca jamás
podré llegar a olvidarlos. Antes de nada creo necesario dejar constancia en
estas páginas de los hechos que me llevaron a conocer al Judío tres años atrás
aquel día fatídico en que el mundo de forma dramática y apocalíptica se vio sumergido
en el “El Brote”. Yo estaba en aquel restaurante de comida rápida de carretera
cuando de repente se desató el caos. Yo no era nada más que un ser despreciable
y cobarde y corriendo me deslicé debajo de una mesa mientras temblaba y no
paraba de rezar y desear que todo pasara. Aquello era peor que una pesadilla.
Era una puta locura, había sangre por todos lados y aún peor era el olor a
podredumbre. No era solo el horror de la muerte sino la realidad misma, la
gente no podía evitar que se soltaran sus esfínteres ante la sorpresa
inadvertida de su propia muerte prematura. Y ahí andaba yo, intentando a
marchas forzadas aceptar mi triste destino cuando apareció ÉL. El Judío en
persona entró en el restaurante, recortada en mano, sin titubear, destrozando
esos cráneos horripilantes de zombies. Parecía que había nacido para eso.
Cuando me vio agachado bajo mi mesa, temblando y susurrando oraciones, se
agachó junto a mí y muy serio me dijo: ‘Muchacho, deja rezar a tu Dios, ÉL ya
no existe. Ahora tu eres tu Dios y debes luchar contra los demonios que nos
invaden.’
Al principio me costó adaptarme,
pero un año después ya era un miembro de derecho del grupo especial EDDIE-21.
Quien me iba a decir que tres
años después iba a encabezar una misión junto a mi líder, El Judío, para
intentar rescatar a Hélice, nuestro estimado e insustituible piloto. Formarían
parte de nuestra cuadrilla, Zan, nuestro capitán, Slagator, nuestro operador de
radio y Dani y Liam que iban acompañados de nuestra compañía canina disable.
Estos dos últimos iban por un lado y los canes por donde les daba la gana.
El comienzo de la misión no podía
haber sido peor. Las dos furgonetas que nos posicionaron cerca del helicóptero
nos evacuaron rápidamente y salieron marcha atrás bruscamente, haciendo tal
ruido que llamaron la atención de la horda de zombies que lo rodeaban. La
tragedia se empezaba a mascar. Sin beberlo ni comerlo nos vimos rodeados. Como
unos valientes nos enfrentamos a ellos, y aunque logramos vencerlos, ese primer
encontronazo nos dejó mella (menos a un tal Dani que se dio mutis por el foro).
Una vez finalizado el primer
encuentro, nuestro capitán decidió dividir a nuestro grupo. Una parte del
equipo se dirigió al poblado a investigar mientras les seguían de cerca una
pequeña horda zombie. Por otro lado yo acompañé a mi capitán y al Judío hacia
una casetilla de mantenimiento para ver si encontrábamos algo de provecho. Y de
esa manera resultó. Encontramos munición y una bomba de combustión arrojadiza,
la cual descubrimos más tarde que estaba defectuosa y húmeda y no servía para
nada. No llegamos a comentarlo nunca con el equipo, pero también encontramos en
la casetilla una nevera con unos botellines que tenían el punto glacial y nos
entretuvimos en bebérnoslos. Decidimos que esto no era necesario que constara
en los informes oficiales. De todas formas no es necesario recordar que nuestra
lealtad era incuestionable. En cuanto empezamos a escuchar gritos y disparos
provenientes del poblado nos dirigimos de forma rauda y veloz en ayuda de
nuestros compañeros. Eso sí, íbamos un poco doblados puesto que la cerveza se
había subido muy rápidamente. El único que mantenía un poco el tipo era el
Judío que no paraba de soltar tiros con su rifle a diestro y siniestro.
Llegamos al centro del pueblo y
vimos que se había producido una masacre. Nuestros compañeros se habían
pertrechado dentro de unas viviendas y de lejos se atisbaban nuevas hordas de
zombies. Zan aprovechó para puentear un automóvil que podría servirnos para
escapar. Yo preparé unos cocteles molotov para escanciarlos sobre esos jodidos
caminantes y El Judío, El Judío… joder con El Judío, se había tomado tantos
botellines seguidos que le había dado la bajona. No paraba de reírse y burlarse
de los infectados. Mientras estos se acercaban el no hacía nada. Nuestro
capitán estaba que echaba chispas y sufrió alguna que otra apoplejía mientras
intentaba aceptar los hechos.
Entre tanta locura el tiempo se
sucedía de forma rauda y veloz. Los hechos acontecían sin ton ni son. De
repente los otros tres miembros del grupo aparecieron en medio de la plaza.
Salían de una de las casas y los pobres presentaban una pinta horrible. Se
notaba a leguas que habían estado sumergidos en una carnicería horrible.
Nuestra situación iba de mal en
peor. Cada vez nos encontrábamos más y más rodeados. A los perros les estaban dando
pal pelo. A nuestro capitán lo tenían acorralado. Al tuerto le había dado tal
paliza que le habían destrozado la radio. Pachón no acertaba con ninguna de sus
bombitas. Aquello estaba abocado a un desastre. Sin embargo, al final, como en
todas las grandes historias, aparecen los héroes. Pero los héroes no siempre
muestran su talento a base de golpe y porrazo. En este caso tuvimos un héroe
letrado. Teníamos la grandísima suerte de contar con un ilustrado. Semanas
antes, nuestro miembro licenciado en Derecho, Liam se había leído unos libros
de autoayuda de un gran pensador español de principios del siglo XXI, un tal
Punset, famoso por la búsqueda de la felicidad a través del optimismo y vías
similares. Gracias a su aprendizaje pudo hacer salir de su ensoñamiento y paranoia
a nuestro piloto, Hélice. Todavía retumba en mi cabeza la respuesta de Hélice
cuando le preguntábamos si aquello significaba el final y él no paraba de
repetirnos: ‘Así es’.
Pero no todo iba a resultar tan
fácil. Mientras conseguíamos distraer a la horda de zombies, de repente un
rugido atronador proveniente del bosque nos obligó a encerrarnos en una de las
cabañas. Unos canes diabólicos habían hecho aparición y nos obligaron a
parapetarnos. Qué diablos estaba ocurriendo. Intentamos buscar otra salida de
forma desesperada. No podía aguantar más. Y de repente es como si no hubiera
sucedido nada en los último años de mi vida. Todo ocurría a cámara lenta. Yo
volvía ser el mismo que era tres años atrás. Volvía a ser un cobarde y como tal
iba a morir. El ruido fuera era cada vez más incesante y violento. Las zarpas
empezaron a asomar a través de la puerta y, de repente, seguido de un fuerte
ruido, la puerta saltó hecha pedazos. Apareció uno de aquellos lobos salvajes
mutantes zombies nazis e intentó agarrarme con sus fauces. Y ahí estaba ÉL de
nuevo, como el primer día que lo conocí, sumergido en su furia, El Judío se
abalanzó sobre el lobo que venía hacía mí y hundió su cuchillo plateado una y
otra vez sobre su pecho y su cuello. Aquella bestia estaba vencida, pero el
combate había dejado agotado a el Judío. Sin darnos cuenta otras dos bestias lo
agarraron por sus piernas y lo sacaron a rastras arrastrándolo hacia las
profundidades del bosque.
Aquello dejó perplejos a los
miembros del grupo. No sabían cómo interpretar la situación. Había sido el acto
del Judío la acción de un mártir para salvar a su gente o solo un acto
desesperado de valentía que ahora requería la respuesta igual de sus compañeros.
Sin embargo la situación se había vuelto prácticamente insostenible. Sin hablar,
el grupo se subió a un utilitario y una motocicleta y se dieron a la fuga.
Sabían que habían dejado abandonado a su líder. El silencio reinaba entre
ellos. No se atrevían a hablar, y aun así sobraban las palabras. Eran unos
cobardes. No se habían atrevido a acudir al rescate del hombre que les había salvado
la vida. Mientras conducían de vuelta al Fuerte a través de la interestatal sus
mentes no paraban de dar vueltas. El coche lo conducía el capitán Zan, acompañado
de Slagator, Liam y Dani. En la motocicleta los seguía de cerca Pachón. No
tardaron en darse cuenta que Pachón no les seguía. En ningún momento pensaron
en dar la vuelta. Sabían que Pachón le debía su vida a el Judío. Sabían que él
le había fallado y necesitaba volver para averiguar que le había pasado. Cuando
Pachón volvió al bosque encontró rastros de sangre y los siguió. Junto a un
claro vio los cuerpos de dos lobos gigantes descuartizados. Debajo de uno de
ellos, atenazado por su peso encontró el cuerpo agonizante y prácticamente sin
vida de su líder y amigo, el Judío. La vergüenza se apoderó de Pachón. No podía
creer en lo que se había convertido. Y sin embargo, durante un instante, El
Judío abrió los ojos, le miró directamente a los suyos y sabía que no le
reprochaba nada. Así era él, un líder que lo daba todo por su gente sin pedir
nada a cambio.
Y así acaba esta entrada a mi
diario personal. Recordándome a mí mismo que desde este día no volveré a
flaquear y que desde aquí en adelante haré todo lo posible por conseguir que
EDDIE-21 sea la mejor unidad de Fuerte Dhexter. Que mi lucha sea constante
hasta poder ayudar a erradicar la plaga que nos invade. Por mí líder y amigo,
El Judío.”
Y así, pusimos fin a La Era Zombie. Ya podemos empezar a pensar en campaña de La Era Moña.
Los supervivientes a la masacre decidimos echarnos una cerve con caracoles para olvidar las penas y darnos una vuelta por la feria de Two Sisters. Allí fuimos recibidos con chacinas varias, pescadito frito y... salchichas??. Nooo, salchichas noooo :(
Las salchichas y las pelis porno las dejaremos para otro momento.
Y a continuación, La Crónica Principil, que no principal :P
Tres soldados miraban al frente, armados, pertrechados y con ganas de orinar, hacia una legión de locas enemigas. Podían distinguir tres tipos: el drone, las sevillanas y los cangrejos, que aguardaban repartidos en una larga calle, vigilando una puerta que quizás fuera la del servicio.
El paquete cayó a los pocos asaltos de combate, pero fue rescatado inmediatamante por el negro. De mientras, el señor patines adquirió un escudo que decía que no servía de nada, y una escopeta que no servía de nada seguro.
Viendo era imposible limpiar y abrir, dado que no paraban de salir enemigos(al contrario que las tiradas) , el paquete se quedo aguantando posición detrás, conteniendo a varias locas drone gracias a su nuevo arco voltaico, mientras el negro y el señor patines, también llamado señor pistola de agua, abrían la puerta para salir de allí, ya que las balas y la mortadela empezaban a escasear.
Una caseta de feria, llenas de locas de todo tipo, se abría nte ellos. Durante un tiempo, el señor patines y el negro estuvieron ayudándose mutuamente, pero terminaron cayendo, así que el paquete tuvo que dejar su posición en la portada a rescatarlos. Con él pudieron recuperarse un poco, pero aquello era un imposible: la pista de baile estaba hasta arriba de locas enemigas. Decidieron seguir adelante y tratar de dejar atrás los infernales alaridos de las locas, lo cual fue un éxito parcial, porque el negro no pudo salir de allí, convirtiendose en una croqueta quemá, que cómo estaba quemá, las locas no le hicieron más caso.
Dejando atras a las locas, avanzaron muy rápidamente por la caseta desierta (las locas, aunque los seguian, tenian reticencia a dejar la pista de baile), llegando a una zona dónde estaba el responsable de la caseta, un tío mu feo que vigilaba el baño, y que cuando apareció, las sevillanas se largaron rápidamente, porque eran chonis que en realidad no eran de la caseta, sino que se habían colado.
Pero el paquete y el señor patines no habían llegado tan lejos para irse con las manos vacias (o mejor dicho, con las vejigas llenas) Mientras el dueño de la caseta avanzaba hacia ellos, el señor pistola de agua usó su último diccionario para deshaerse de un gran número de drones al mismo timepo, dejándole hueco al paquete para prepararse adecuandamente. Cuando el dueño llegó hasta ellos, el señor paquete se encomendó a sus dados, se convirtió en EL PUTO AMO, y con dos últimas balas, envió al dueño de la caseta al puesto de emergencias móvil el tiempo suficiente para colarse en el baño los dos, y dasahogarse, saiendo después por la puerta de la cocina, y dejando a la croqueta quemá atrás pisoteada vilmente en la pista de baile.
El paquete cayó a los pocos asaltos de combate, pero fue rescatado inmediatamante por el negro. De mientras, el señor patines adquirió un escudo que decía que no servía de nada, y una escopeta que no servía de nada seguro.
Viendo era imposible limpiar y abrir, dado que no paraban de salir enemigos(al contrario que las tiradas) , el paquete se quedo aguantando posición detrás, conteniendo a varias locas drone gracias a su nuevo arco voltaico, mientras el negro y el señor patines, también llamado señor pistola de agua, abrían la puerta para salir de allí, ya que las balas y la mortadela empezaban a escasear.
Una caseta de feria, llenas de locas de todo tipo, se abría nte ellos. Durante un tiempo, el señor patines y el negro estuvieron ayudándose mutuamente, pero terminaron cayendo, así que el paquete tuvo que dejar su posición en la portada a rescatarlos. Con él pudieron recuperarse un poco, pero aquello era un imposible: la pista de baile estaba hasta arriba de locas enemigas. Decidieron seguir adelante y tratar de dejar atrás los infernales alaridos de las locas, lo cual fue un éxito parcial, porque el negro no pudo salir de allí, convirtiendose en una croqueta quemá, que cómo estaba quemá, las locas no le hicieron más caso.
Dejando atras a las locas, avanzaron muy rápidamente por la caseta desierta (las locas, aunque los seguian, tenian reticencia a dejar la pista de baile), llegando a una zona dónde estaba el responsable de la caseta, un tío mu feo que vigilaba el baño, y que cuando apareció, las sevillanas se largaron rápidamente, porque eran chonis que en realidad no eran de la caseta, sino que se habían colado.
Pero el paquete y el señor patines no habían llegado tan lejos para irse con las manos vacias (o mejor dicho, con las vejigas llenas) Mientras el dueño de la caseta avanzaba hacia ellos, el señor pistola de agua usó su último diccionario para deshaerse de un gran número de drones al mismo timepo, dejándole hueco al paquete para prepararse adecuandamente. Cuando el dueño llegó hasta ellos, el señor paquete se encomendó a sus dados, se convirtió en EL PUTO AMO, y con dos últimas balas, envió al dueño de la caseta al puesto de emergencias móvil el tiempo suficiente para colarse en el baño los dos, y dasahogarse, saiendo después por la puerta de la cocina, y dejando a la croqueta quemá atrás pisoteada vilmente en la pista de baile.
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